el lago de fuego

Lucas 21,29-33 – el lago de fuego

el lago de fuego

el lago de fuego: “…cuando vean que suceden estas cosas, sepan que está cerca el reino de Dios. En verdad les digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

Viernes de la 34ta semana del T. Ordinario| 25 de noviembre del 2022 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

Reflexión sobre las lecturas

el lago de fuego

Estamos terminando el año litúrgico y en estas fechas, con bastante lógica, nuestra Iglesia nos propone reflexionar sobre el fin de los tiempos. Porque tanto la historia personal como la de la humanidad habrá de acabar, tarde o temprano. Hay que estar preparados.

Tal vez lo primero sea tomar conciencia que el paso que tenemos por este mundo es efímero. Sin embargo, no por eso deja de tener un único sentido, que debemos empeñarnos en descubrir, para orientarnos al mismo. La Jerusalén celeste o el lago de fuego serán nuestro destino inevitable. Escojamos, ahora que podemos.

En entender este mensaje y hacerle caso se juega nuestro destino final. Hemos sido secuestrados por el maligno que con engaños nos mantiene prisioneros en este mundo, donde él es el Príncipe. Conociendo esta realidad Dios Padre ha enviado a Su Hijo Jesucristo a salvarnos. ¡Oigamos y hagamos lo que Él nos dice!

el lago de fuego

Que no nos lleven con engaños al lago de fuego

¡Sí tenemos oportunidad! ¡Sí tenemos ventaja! No importa en qué lugar estemos. ¡Desde donde estemos, es posible alcanzar la meta, que es nuestra salvación! ¡Es más, Él ya ha vencido a nuestro carcelero! Es cuestión que le creamos y vayamos por el Camino que Él nos señala.

El drama es que nos dejemos engañar, que nos dejemos engatusar por el tentador. Este maldito conoce nuestras debilidades y tratará de aprovecharse de ellas para endulzarnos y entonces emboscarnos y someternos. Siempre ha sido así, desde la primera vez.

¡No lo permitamos! Reparemos en que todo lo que nos ofrece el maligno es frívolo, pasajero e inútil. Él no puede sostener para siempre lo que nos ofrece. Llegará el momento de rendir cuentas y nos guste o no, seremos arrojados al lago de fuego si por soberbia o incredulidad desoímos las Palabras del Señor.

Hazle caso a tu corazón

Todo pasará, pero sus palabras no pasarán jamás. ¿Te resulta difícil creer? ¿Estás seguro o es que simplemente adhieres a lo  que parece que todos escogen? ¿No recuerdas que el Señor nos dice que ancha es la puerta que lleva a la perdición y angosto el Camino a la Salvación y por eso pocos lo transitan? ¡Piénsalo! (Mateo 7,13)

¿Sigues sin creer en Dios? ¡Por un momento, no oigas a los demás! ¡Oye a tú corazón! El Señor ha puesto en él la impronta que te permite sentirlo y oírlo. Es esa corazonada que desde niño siempre ha procurado conducirte por el Camino del Bien, descartando otras posibilidades.

Nosotros, desde muy pequeños, hemos sabido distinguir entre el Bien y el Mal. Pero el Maligno siempre está dispuestos a extraviarnos, a engañarnos y a atraernos a aquello que sabíamos que estaba mal, expresado en un remordimiento de conciencia, aunque hayamos luego aprendido a convivir con esta culpa.

Jesucristo ha vencido al mundo

Sí, es verdad, a todo nos acostumbramos; incluso a hacer el mal. Peor aun cuando se trata de un vicio que nos domina, nubla la razón y esclaviza. Tal como el licor, las drogas, el juego, la vanidad, el sexo, el poder, la avaricia, la adrenalina, el dinero….

Pero todo eso es pasajero. Entendámoslo. El peor engaño del Demonio es hacernos creer que ya no podemos vencer estos vicios. Que ya no tenemos salida; que estamos completamente extraviados y perdidos. Que es imposible redimirnos, que ya nadie podrá perdonarnos.

¡Eso no es verdad! Jesucristo ha muerto por nosotros. Él ha dado su vida para salvarnos, para perdonarte y a mí; para que nos detengamos, lo escuchemos y vayamos por el Camino que Él nos señala. ¡Síguelo! ¡Él te conducirá a la Salvación Eterna, sin importar cuan profundo hayas caído! Pero es ahora que debes cambiar.

Dios mío perdóname

El tiempo se está agotando. No solamente para nosotros, sino para la humanidad entera. No sabemos cuándo, pero el fin llegará. Cuando sea que ello ocurra, que nos encuentre en el Camino, sin importar cuanto tengamos que desandar. Lo que importa es que con nuestras propias vidas demos testimonio de este cambio.

Mientras hay vida, nada está completamente perdido. Aun en el último segundo el Señor puede cumplir el prodigio de Salvarnos. Pero no esperemos ese momento, porque tal vez ya no podamos manifestarlo. ¡Cambiemos ahora! ¡Vamos a la Casa de nuestro Padre, que Él nos está esperando! ¡Qué nada nos detenga!

Oración

Padre amado, perdona nuestra soberbia, nuestra falta de humildad, nuestra dureza de corazón. Perdona todos nuestros pecados, todos nuestros vicios, todo nuestro egoísmo, todo el maltrato infringido a los demás, incluyendo a nuestros familiares y amigos. Te pedimos que olvides toda aquella ofensa y pretensión de vivir prescindiendo de ti. Vuelve a extendernos Tu mano generosa y no nos sueltes hasta que lleguemos a nuestro destino, la Verdad completa. Te lo pedimos por Tú Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

(124) vistas

Imágenes Relacionadas:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *