juergas, borracheras

Lucas 21,34-36 – juergas, borracheras

juergas, borracheras

«Tengan cuidado de ustedes, no sea que se emboten sus corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se les eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.”

Sábado de la 34ta semana del T. Ordinario| 26 de noviembre del 2022 | Por Miguel Damiani

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Reflexión sobre las lecturas

juergas, borracheras

Terminamos el año litúrgico contemplando el Reino de los Cielos, con un río de agua de vida, reluciente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. Juan nos describe con palabras muy bellas como le ha sido dado a conocer todo aquello que nos espera.

Tontos habríamos de ser para perdernos aquel momento que se prolongará por toda la eternidad, si en vez de estar listo esperando, se nos embota el corazón con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida. ¡Esos son distractivos!

¿Por qué conformarnos con un canapé, si hemos sido invitados a un Banquete Celestial? Solo a un necio, a un ignorante a un distraído se le ocurriría aceptar semejante cambio. ¡No nos dejemos tentar! Armémonos de paciencia, para perseverar hasta el fin.

juergas, borracheras

No seamos ni impacientes, ni relajados

Recuerdo que muchas veces prefiero privarme de cosas simplemente porque no quiero hacer colas. Detesto las colas. Pues esta actitud de impaciencia, de querer tenerlo todo a penas se nos antoja, podría ser nuestra perdición. Meditemos un momento y rectifiquemos.

¿Cuántas veces somos amarretes con nuestro tiempo y en lugar de prodigarnos a quien se cruza con nosotros y solo pide un poco de atención, lo mandamos a freír monos, porque tenemos muchos asuntos “urgentes” que atender? En realidad, porque no nos gusta que nos rompan la rutina; que interrumpan nuestros planes.

A veces somos muy fríos y calculadores. En realidad, egoístas e inflexibles. Queremos lo que nos hemos propuesto y no tenemos oídos ni voluntad para nada más que lo que tenemos ya fijado en nuestras mentes. Así, no le dejamos espacio a Dios para que nos manifiesta Su Voluntad.

Atendamos a los mensajeros de Dios

¿Te has preguntado cuantas veces ese que te interrumpe es Dios mismo que, por boca de quien te descuadra, quiere que levantes la vista y veas a quienes te rodean y te ocupes de otros horizontes? Planear está bien, pero no al punto que no tengamos espacio ni voluntad para nadie más.

Nuestra vida hemos de vivirla con más apertura y disposición a aquello que el Señor nos va comunicando todo el tiempo. Tenemos que evitar encerrarnos a solas, solo porque es más cómodo. Exijámonos salir de nosotros, aunque ello signifique muchas veces dejar la rutina.

Es más fácil de lo que parece caer en la tentación de programar todo a tal extremo que perdamos de vista que tal vez el Señor quiere que atendamos otras cosas. No perdamos de vista las obras de misericordia y las bienaventuranzas. Nuestra vida ha de tener espacio para ellas. Es más, ha de estar siempre dispuesta y atenta a  atenderlas.

Evitemos las juergas, borracheras y vicios

Claro que mucho mayor será el peligro de tener embotados nuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida. Por ejemplo, que todos nuestros planes y la distribución de nuestro tiempo en estos días giren en torno al mundial de fútbol.

Así como este ejemplo hay muchos. En estos tiempos se le dedica demasiado espacio, tiempo y dinero a la apariencia física, a la peluquería, a las uñas, a las cejas, al fithness…Pasamos horas atendiendo estos aspectos de nuestra apariencia física, restándoles a otras que debía tener mayor importancia.

Otro tanto se puede decir de los juegos electrónicos o las redes sociales, a los que una parte significativa de nuestra juventud les sirven como esclavos y sin darse ni cuenta. ¡Cuánto tiempo desperdiciado! Si, si, te distraes. Pero luego no puedes desprenderte de ellos. Son adictivos.

La pornografía hace muchísimo daño del que imaginamos

Peor aún si caemos en el vicio de la pornografía. Muchos no lo reconocemos, pero nos resulta casi imposible salir de ella, influyendo en nuestros planes y hasta en nuestro modo de actuar y distribuir nuestro tiempo. Y está probado que el daño que causa este vicio es más grande de lo que imaginamos, tanto en nuestra vida, en nuestros hábitos, como en nuestras relaciones especialmente conyugales.

¡Qué podemos decir de las juerga y borracheras! Son posiblemente lo peor, por cuanto estas nos conducen a otros estados en las que no pocas veces incluso los protagonistas llegamos a jugarnos la vida, cuando no la perdemos sin más.

Pues para nada de esto fuimos creados. Todo ello, junto con muchas otras cosas está para que nos conduzca a la Vida Eterna. Ese es el propósito más elevado de nuestra vida. Para eso estamos en este mundo. Por eso, tanto de vemos acercarnos a estas cosas, cuanto nos ayuden a este propósito y alejarnos, cuanto nos impida.

Es así. No podemos perder de vista este propósito. No faltará quien quiera hacernos perder el paso. Quien quiera llevarnos al lado opuesto; a la perdición. Tenemos que hacerle contra, orar mucho y pedir al Señor su Gracia, para vivir ocupándonos de lo que debemos en todo momento.

Oración:

Padre Santo, ayúdanos a mantener nuestra mente, nuestra alma y nuestro corazón puros, lípidos e inmaculados. Que nada nos distraiga. Que por ningún motivo caigamos en la tentación de seguir el mal camino, el camino del egoísmo, del vicio, de la concupiscencia. Permítenos participar de la Santa Eucaristía todos los días que nos queda de vida. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos…Amén.

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