necios y torpes

Lucas 24,13-35 – necios y torpes

necios y torpes

«¡Qué necios y torpes son para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».

Miércoles de la Octava de Pascua | 12 de Abril del 2023 | Por Miguel Damiani

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Reflexión sobre las lecturas

necios y torpes

Seguramente no a todos nos sucede. Sin embargo, es posible que sí a muchos de nosotros, de los que nos decimos católicos. Todos hemos tenido alguna experiencia de Dios en nuestras vidas y sin embargo, que necios y torpes somos para entender y discernir su presencia cotidiana en nuestras vidas.

Nada ocurre sin que Él lo consienta. Todo pasa por un motivo y tiene que ver con el fin último para el que fuimos creados. Todo corresponde a Su Plan de Salvación. Hay situaciones, por más duras que nos parezcan, que tienen que pasar.

Es sumamente importante no perder la fe, por más difíciles que se pongan las cosas. Podemos no comprenderlo en el momento, sin embargo, nada adultera sus planes, porque nadie tiene la capacidad para hacerlo en forma definitiva. ¡Mantengámonos firmes!

necios y torpes

No seamos incrédulos

A veces, como en esta ocasión, exasperamos al Señor. Es obvio que pierde la paciencia con estos discípulos y por intermedio de ellos con muchos de nosotros. ¡Qué necios y torpes somos para recabar y mantener en nuestros corazones todas las evidencias que nos da en cada recodo de nuestras vidas!

Ofuscados decimos: no escogí a mi familia; no escogí a mis padres y ni si quiera escogí el lugar ni la fecha de mi nacimiento. Tampoco tuve que ver con mi tamaño, sexo o color de piel. Menos con el idioma religión o época.

¡Cierto! Pero estamos aquí, vivos. Podríamos no haber nacido nunca. O podríamos haber sido abortados. Pero, no. Estamos aquí, compartiendo y pensando en estas palabras. ¿Acaso creemos que hemos llegado hasta aquí por nuestra cuenta? Revisemos y examinemos con justicia todo. No seamos necios y torpes.

Es momento de reflexionar

Cada uno de nosotros ha pasado por situaciones distintas, seguramente. No sé tú, pero yo tengo la certeza que alguien ha estado cuidando de mí en cada momento, pero muy especialmente en algunos que de otro modo me hubiera costado la vida.

Sabemos que la muerte sobrevendrá como un ladrón, cuando menos la esperemos. Pero no podemos olvidar las veces que nos consta que fuimos salvados por un milagro. Claro, nuestra necedad y torpeza, con el tiempo, nos ha llevado a escamotear al Señor estos milagros.

Por ello es cierto que debíamos hacer un inventario de ellos y actualizarlos periódicamente, para no terminar negándolos o desconociéndolos. Lamentablemente somos mal agradecidos o peor aún, desmemoriados y soberbios.

¿Cómo pasaste y por qué?

¿Crees que has llegado indemne hasta aquí por tus propios méritos? Pues te voy a desencantar. Todos hemos sido llamados a la vida por amor. En la mente y el corazón de Dios estábamos muchísimo antes que nos dieran a luz.

¿Quiere decir que estamos predestinados? Pues sí y no. Estamos predestinados por Dios nuestro Padre para vivir eternamente con Él. Ese es Su mejor anhelo para con nosotros. Pero hemos sido creados LIBRES, por la Infinita sabiduría y voluntad de Dios.

Esto quiere decir que nosotros, en esta vida, en la que somos peregrinos, pasajeros temporales, podemos enfilar a esta meta que Dios nos da a conocer de varias maneras a lo largo de nuestras vidas o, necios y torpes, negarlo, para seguir engañosos cantos de sirena.

Verdad y mentira

Nuestras vidas como las de los discípulos de Emaús, están jalonadas de episodios en los que la presencia de Dios fue evidente. El día del Juicio Final en nuestra presencia el Señor pasará revista a cada uno de estos episodios. Nos preguntará entonces ¿No era necesario que esto pasara?

No esperemos a que sea tarde. Quitémonos las vendas de los ojos. Pidámosle al Señor que nos ayude a ver. Debemos orar mucho pidiendo la Gracia de reconocerlo en nuestras vidas y guardar memoria de la importancia de cada uno de estos encuentros.

Para estar alertas y despiertos es preciso leer y reflexionar cada día la Palabra de Dios. Solo así aprenderemos a reconocerlo en nuestras vidas y estaremos prestos a hacer Su Voluntad. Que no pasemos por la triste situación de no haber sabido reconocerlo o peor aún, de tratar de ocultar la verdad con mentiras. No seamos necios y torpes.

Oración:

Padre Santo, danos la Gracia de verte en todo momento y lugar en nuestras vidas. Danos la humildad para buscarte cada día en Tu Palabra, de escucharla, escudriñarla y meditarla, para conocer Tu Voluntad y aplicarla en nuestras vidas. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

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