a todas las naciones
«Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.»
Domingo día de la Ascensión del Señor| 29 de Mayo del 2022 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
Reflexión sobre las lecturas
a todas las naciones
Esta es la Voluntad de Dios, que Jesucristo pone de manifiesto poco antes de ascender al cielo, que se predique, en Su nombre, la conversión para el perdón de los pecados a todas las naciones. Esta es nuestra Misión, sin matices ni recortes. No hay otra.
Todo lo que hemos de hacer en nuestras vidas, día a día, ha de tener este objetivo, este propósito como centro. Para nosotros ha de ser esta Misión un mandato del Señor al cual debemos obediencia. Predicar la conversión para el perdón de los pecados a todas las naciones.
Al decir todas las naciones, no se hace distingo de ninguna clase, ni de sexo, ni procedencia, ni tiempo, ni lugar. A todos los rincones de la tierra debe llegar esta predicación. Que además ha de ser en Su nombre y para la conversión.
Dios quiere que todos se salven
La conversión, para la cual ha de ser la predicación, acarreará el perdón de los pecados y con ella la salvación. Porque Dios quiere que todos nos salvemos. Sin ninguna distinción. Expuesto todo de modo conveniente cada quien habrá de discernir lo que es correcto.
Jesucristo nació, vivió, fue crucificado, muerto, sepultado y resucitó al tercer para transmitirnos una Buena Nueva en la que debemos creer. De modo que, despertando nuestra fe y conducidos por el Espíritu Santo, asumamos la Misión de llevar al mundo entero esta Noticia.
Celebrar la Ascensión, hoy día, debe servirnos para renovar el compromiso de cumplir esta tarea, posiblemente la más importante de nuestras vidas, puesto que en su adecuado cumplimiento podemos estarnos jugando la Vida Eterna, es decir, la salvación de nuestras propias almas.
Ocupémonos de lo que realmente importa
Recordemos que el Señor nos dice: ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si al final pierde su alma? (Mateo 16,26) Así, la razón de nuestra existencia o el propósito del paso por este mundo no es otro que la salvación de nuestras almas, amando al prójimo como el Señor nos ama.
En estos momentos en que el relativismo ético y moral ha hecho mella en nuestras propias creencias cristianas llevando a no pocos sacerdotes y prelados a promover un falso ecumenismo, promoviendo una falsa tolerancia y permisividad es preciso recordar el mandato del Señor, que no admite confusiones.
No queramos ahora enmendarlo para hacerlo más asequible y aceptable a quienes no quieren creer. Mucho menos rebajemos sus exigencias para conciliarlas con el mundo. Se trata de una exigencia y ejercicio activo, no pasivo; que debe llevar a la conversión y confesión de los pecados de todas las naciones, empezando por Jerusalén.
Estemos atentos para no caer en el engaño
Jesucristo nos dice: yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Ello exige no contemporizar con la mentira, el engaño, el error, la oscuridad y la muerte. Recordemos que también nos dice: el que no está conmigo, esta contra mí. Y, el que no recoge conmigo, esparce.
Por lo tanto, nuestro deber es combatir esas posturas falsamente ecuménicas, que nos llevan a aceptar otros dioses o a incorporar costumbres o creencias paganas que desfiguran la Buena Nueva de Cristo, con el propósito de hacernos más simpáticos y adecuarnos al pensamiento único o dominante.
Así, tengamos cuidado para no dejarnos arrastrar por corrientes modernistas y progresistas que pretenden, por ejemplo, elevar y entronizar a la pachamama en un templo cristiano, lo que constituye una idolatría y una apostasía, que no por estar de moda es menos errada.
Perseveremos en la Iglesia y los Sacramentos
No nos dejemos confundir por las corrientes antropocentristas de la Nueva Era (New Age), que a punta de centrarse en el hombre van terminando por erigirlo en el centro de sus vidas, desplazando al Dios único y verdadero.
Es por eso preciso meditar la Palabra del Señor, cada día, acudiendo a los Evangelios y a la Biblia, procurando las mejores traducciones, para no caer en desviaciones. Los enemigos del Señor abundan y se meten aun en esos pequeños detalles, con tal de echarnos a perder.
Oración:
Padre Santo, te pedimos que nos ayudes a ser fieles a Jesucristo, empeñándonos en transmitir la Buena Nueva con contundencia y fidelidad, a tiempo y a destiempo. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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