aprendan de mí
«Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán su descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Sábado de la 3ª semana de Pascua | 29 de Abril del 2023 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Juan 1,5–2,2
- Salmo 102
- Mateo 11,25-30
Reflexión sobre las lecturas
aprendan de mí
El Señor no nos libra de cargar con el mismo yugo. Pero hemos de aprender de Él para hacerlo con mansedumbre y humildad. Repetir sus palabras es fácil; otra cosa es entenderlas. Y eso es lo que ahora trataremos de discernir.
Vivir en el mundo esforzándonos por el éxito mundano no es fácil, demanda esfuerzo cotidiano. Eso no es lo que el Señor pretende aliviar, sino el dejarlo de lado. El no dejarnos cautivar y esclavizar por estos propósitos, sino por hacer la Voluntad de nuestro Padre Dios Creador.
Nuestro esfuerzo ha de estar dedicado a hacer lo que Dios nos manda. Si no nos resistimos a ello, aprendiendo de Jesucristo y siguiéndole, encontraremos alivio. Ello es posible, porque Dios así lo quiere. Aprendan de mí, se refiere a eso precisamente.
Aprendan de mí, que soy manso
Estar ocupados de las cosas de Dios, porque esas son las que en realidad importa y olvidarnos de todo aquello que nos aflige inútilmente, procurando riquezas o éxitos materiales. Dejemos de aspirar a la fama y poder y aboquémonos humildemente a nuestra tarea.
Dejemos de ocuparnos por las cosas de este mundo. Estas nos roban inútilmente nuestro tiempo y nuestra vida. Nos desenfocan y mantienen totalmente atareados, planificando y desarrollando actividades que desde la perspectiva de la salvación no tiene ningún valor.
No se trata pues de estar comprometidos con mi tareas y responsabilidades, de modo que no tengamos tiempo para dedicarle al Señor. Es de Sus coas de las que debemos ocuparnos y no de las mundanas. Si hacemos esto, Él nos aliviará la carga.
Nadar con la corriente
Podemos oír al Señor decirnos, aprendan de mi a nada con la corriente, pero no la del mundo, que es inútil, que no nos lleva a nada. Es su yugo el que tenemos que llevar y este es en realidad ligero, porque Él lo lleva. Abandonémonos a la Providencia Divina.
Si está dentro de Sus Planes, Él llevara adelante todo lo que sea necesario para alcanzarlos. No es nuestra aspiración, nuestros deseos, ni lo que nos parece en lo que debemos empecinarnos. Porque será imposible lograrlo y nos agotaremos inútilmente.
Nuestras vidas tienen un propósito, que nada tiene que ver con este mundo. No nos dejemos engañar. No nos dejemos robar el corazón y con él perdamos nuestra alma. Es de ella de la que el Señor se ocupa y espera que nosotros también lo hagamos.
Aprendan de mí, que soy humilde
El Señor no quiere que hagamos castillos en el aire; que construyamos escaleras con la pretensión de llegar a cielo. Sino que nos ocupemos humildemente de lo cotidiano, sabiendo que cada día tiene su afán y que solo de él debemos ocuparnos.
No hagamos planes aquí como si fuéramos a vivir eternamente en este mundo, porque entonces perderás tanto lo que aquí hayas alcanzado, aun cuando sea un imperio y corres el riesgo de perder la vida eterna el tesoro más preciado sobre el universo.
De qué le sirve al hombre ganar al mundo si al final pierde su alma. Esa debe ser la máxima que gobierne nuestro aso por este mundo. Apliquémonos a fondo, con todo lo que esté a nuestro alcance, por hacer la voluntad de Dios, que en ello nos jugamos la vida eterna.
Debemos meternos en la cabeza que no hay nada más importante que nuestra salvación; la salvación de nuestras almas. Que mientras vivamos comprometidos en ello seremos como los polluelo de un cisne a los que este lleva sobre su espalda.
Oración:
Padre Santo, permítenos vivir imitando a Cristo en todo cuanto hacemos en nuestra vida cotidiana. Que aprendamos a entregarnos a sus manos dejándonos guiar, como el único medio para alcanzar la vida eterna, aun entre las dificultades y complejidades de este mundo. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
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