el día está cerca
El día está cerca: «Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias.»
Domingo 1ro de Adviento – Ciclo A | 27 de noviembre de 2022 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Isaías 2,1-5
- Salmo 121, 1-2. 3-4a. 4b-5. 6-7. 8-9
- Romanos 13,11-14
- Mateo 24,37-44
Reflexión sobre las lecturas
el día está cerca
El Señor nos vuelve a reiterar el mismo mensaje, para reforzarlo. Es importante que entendamos este aspecto reparemos en la trascendencia de lo que nos dice. Ya llega el día. Cada vez está más cerca. Sin embargo, no sabemos cuándo será.
Tenemos que vivir bien, como si hoy fuera el día. Nuestra actitud, desde que nos levantamos ha de ser la del que sabe que hoy tiene una visita decisiva. Hoy nos vienen a pedir cuentas. El tiempo ha terminado. Debemos estar listos.
Claro, si andamos en malos pasos, esto no será una buena noticia. Pero como se dice: quien nada debe, nada teme. Sí, es verdad, no somos perfectos. Nadie lo es en este mundo. Sin embargo, estamos advertidos, por lo tanto, no debíamos dejarnos sorprender.
Si el día está cerca, no lo dejes para mañana
Si tenemos asuntos que arreglar, pues eso son los que tendríamos que abordar hoy. Que todo quede lo más limpio posible. Todos sabemos de qué pie cojeamos. Entonces, manos a la obra. Lo que ocurre es que la mayoría de nosotros actuamos confiados, como si supiéramos la hora y el día. Y, por supuesto, lo tenemos registrado en mucho tiempo.
No tendríamos por qué quejarnos, ni molestarnos, si sabemos que el día está cerca. Puede ser hoy. Digamos que es hoy. Desde que nos levantamos, pensemos que será hoy. Obliguémonos a actuar como si así fuera. No tengamos cuenta con nadie.
¡Qué buenos sería hacerlo realidad! Estar completamente en azul. ¿Habrá alguien en tal situación? ¡Cómo nos gustaría que fuera nuestro caso! Confesemos este deseo sincero al Señor y pidamos que nos ayude a resolverlo, si no está a nuestro alcance hacerlo.
Hoy es el día para dejar todo en orden
Oremos porque así sea. Pidamos perdón a quien sea necesario y hagámosle saber que tenemos intención de resolver lo que está pendiente, no vaya a ser que nos vayamos y recién se descubra aquel secreto y no haya nadie para aclararlo.
Por otro lado, acudamos a la confesión. Recordemos que el Señor nos pide rectitud. Él nos apoyará incluso con prodigios, si llevamos una vida limpia y coherente. Él no es un alcahuete, un cómplice, como lo quieren los pos modernos.
Esto es lo que más les molesta a los que están acostumbrados a caminar por las sombras. Queremos imponer nuestra ley a todo el mundo; incluso a Dios. ¡Es el colmo! A esto nos ha conducido el relativismo y la pos verdad. Ya no sabemos distinguir entre el bien y el mal.
No tratemos de engañar a nadie y menos a Dios
O, tal vez debemos decir que no queremos distinguir. Nos hacemos los tontos, porque de otro modo estaríamos en falta. ¡Claro que estamos en falta! Pero somos tan tontos que queremos hacernos creer que, si nos hacemos los disimulados, podremos engañar a Dios.
Tal como nos engañamos a nosotros mismos y a los demás, para quienes aparentamos lo que no somos. ¡Qué recursos tan pueriles e infantiles empleamos con Dios! Pretendemos engañarlo con algo que ni nosotros aceptaríamos de nadie.
Bueno. ¡Ha llegado el momento de cambiar! No esperemos más. Empecemos hoy. Si al final del día no hemos terminado, continuaremos mañana. Sin engaños. ¡Entrégate al 100%! Tal vez así, aunque no terminemos, el Señor nos lo tomará en cuenta.
Oración:
Padre Santo, permítenos desatar todos los nudos que tenemos en nuestras vidas. Que podamos aliviar la carga que llevamos, para que nada nos impida dar testimonio coherente y sin mancha. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
(278) vistas