su vida no depende de sus bienes

su vida no depende de sus bienes – Lucas 12,13-21

su vida no depende de sus bienes

“Y les dijo: «Miren: guárdense de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».”

Domingo de la 18va Semana del T. Ordinario | 04 de Agosto del 2019 | Por Miguel Damiani

Lecturas de la Fecha:

  • Eclesiastés 1,2;2,21-23
  • Salmo 89
  • Colosenses 3,1-5.9-11
  • Lucas 12,13-21

Reflexión sobre las lecturas

su vida no depende de sus bienes

Tenemos que aprender a ser indiferentes con la riqueza, las propiedades, el dinero, las joyas y todos aquellos bienes tras los que nos pasamos la vida entera, sumando, restando y acumulando, sin poder contentarnos nunca con lo que tenemos. Siempre consideramos que es poco.

Y, claro, desde luego que si nos comparamos, siempre resultará poco lo que hemos atesorado. Pero es que no se trata de acumular, porque no hay forma que sepamos si esta misma noche habremos de dejar esta vida. ¿Para qué acumulamos, si no nos llevaremos nada?

Sí, es cierto, inmediatamente diremos que para dejarles a nuestros hijos, a nuestra familia. Si pienso en lo que nos han ayudado nuestros padres de este modo, no tengo nada más que agradecerles. ¿De cuánto se privaron para que nosotros tuviéramos entonces y aun ahora?

su vida no depende de sus bienes

Poner orden en la vida

Lo que el Señor busca es que reflexionemos y pongamos cada cosa en su lugar. Muchos hacemos una meta del lograr un estatus, una determinada cantidad de propiedades o una gran suma de dinero. Es preciso que examinemos las razones para discernir si vale la pena.

Nos sacrificamos trabajando más horas de las legalmente establecidas, con dos y hasta tres trabajos para ganar más, siempre más. Si eso no te alcanza para sobrevivir, algo ha de estar mal en tu sociedad. Pero no te puedes esclavizar al trabajo.

En pleno siglo XXI, nadie tendría que trabajar tanto que se vea obligado a sacrificar su matrimonio y su familia por lograr un ingreso justo. Y si eso es lo que nos está pasando, es momento de ponerle alto y poner todo nuestro esfuerzo y concentración en cambiar esta situación.

Dios ha de ser siempre primero

Lo decimos mu rápidamente, pero pocas veces nos detenemos a reflexionar en lo que esto significa. No se trata de una afirmación en sentido figurativo. Tiene que ser el reflejo objetivo y real de nuestros actos. Dios ha de estar primero en nuestras decisiones.

Examinemos detenidamente nuestras vidas. Veamos cada una de las ocupaciones que mantenemos en nuestra vida corriente. Preguntémonos ¿por qué las hacemos? Si tenemos que dar muchos rodeados para que salte a relucir Dios como razón principal, algo anda mal.

Tendemos a engañarnos y lo peor es que no recapacitamos y analizamos detenidamente lo que hacemos. A lo mejor es puro y simple egoísmo. A lo mejor podríamos omitir esto de nuestras actividades cotidianas y no solo sería más saludable, sino que nos daría más tiempo para orar y alabar a Dios.

Estilos de vida

Ocurre muy frecuentemente con lo que ahora se ha dado en llamar estilos de vida. Ponemos al nivel de obligación religiosa el practicar algún deporte o participar en algún tipo de reunión social que nos relaja y distrae.

Nadie quiere decir que la distracción y el descanso sean malos y mucho menos el deporte, pero no podemos hacernos esclavos de ellos, porque entonces estaremos creando espacios “liberados”, exentos de Dios y así, sin percibirlo, iremos desplazando a Dios del centro de nuestra vidas, lugar que solo a Él corresponde.

Los cristianos no podemos estar sujetos a las modas, ni a las prácticas sociales “políticamente correctas”. Si es necesario que participemos en alguna de ellas, debemos aplicar el discernimiento para no dejar de dar en ellas el testimonio cristiano que corresponde.

Para la fe no hay vacaciones

Como solíamos decir en el MCC, para la fe no hay vacaciones, lo que quiere decir que debemos llevar una vida cristiana, siempre. Nuestra vida se debe distinguir por nuestra perseverancia y coherencia en todos y cada uno de nuestros actos, incluso cuando estamos solos.

Ello nos debe llevar a ponderar las ofertas de trabajo y desarrollo profesional, en función de la consolidación de lazos de amor familiares y conyugales, al momento de tomar decisiones. En ningún caso el dinero o la mejor situación económica deben constituir el centro de nuestras elucubraciones y decisiones.

Resulta difícil tenerlo tan claro bajo ciertas circunstancias, por eso es preciso que acudamos a la oración. Enriquecer nuestra fe y vida de oración debe estar entre nuestros principales objetivos cotidianos. Ello debe poderse valorar y cuantificar objetivamente.

Esclavos del estatus, el trabajo o la profesión

Es lamentablemente frecuente que encontremos entre nuestros amigos algunos que se dicen cristianos, pero que en la práctica viven tan dedicados y ocupados en mantener su estatus económico o social, que les queda muy poco tiempo para la familia y mucho menos para cualquier práctica de piedad.

Cuando se les pregunta si creen en Dios, inmediatamente dicen que sí, y ciertamente se encuentran convencidos que así es, sin embargo la observación objetiva de las actividades a las que dedican su día, muestra inobjetablemente que viven como si Dios no existiera.

El grave peligro es que la sociedad relativista y pagana en la que vivimos termina por absorberlos, sintiéndose justificados porque cuando se les pregunta siempre dicen que creen en Dios. No caen en la cuenta que en la mayoría de sus actos no lo confiesan. Vive, por lo tanto, incoherentemente.

Oración:

Padre Santo, danos la oportunidad de reflexionar en el verdadero sentido de nuestras vidas a fin de discernir adecuadamente y optar por poner en el centro de nuestras vidas aquellos actos que te den mayor gloria. Ayúdanos a purificar nuestras razones, de tal modo que sean las Tuyas y no las nuestras las que impulsen nuestras vidas. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

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