Gran parte de los líderes de la humanidad han abrazado ideologías perniciosas, ya sea el progresismo, el modernismo, el cientificismo, el liberalismo, el comunismo o el socialismo. Está de moda y es políticamente correcto ser cualquier cosa, menos creyente y mucho menos católico.
Es aceptable y distinguido ser budista, musulmán o de alguna de las sextas de la Nueva Era, como los seguidores de “Un curso de milagros”. Lo importante, tal como parece ha sido dispuesto por el Príncipe de este mundo, es diluir el Evangelio y hacer de Cristo uno más del montón.
En un mundo completamente secularizado, en el que se ha entronizado al hombre, con el relativismo, la confusión y la ambigüedad como banderas, las manifestaciones religiosas católicas están proscritas, a no ser que sean (engañosamente) “ecuménicas”.
La ley de Dios es inmutable. Es perfecta, por eso no cambia. Es demasiado soberbia pensar que Dios tendría que adaptarse. Que tendríamos que adecuar sus mandatos a nuestros tiempos. Es un disparate. Una completa tontería. Sin embargo, hay quienes piensan así.
Tal vez no lo dicen de este modo, pero abandonan la Iglesia porque es muy conservadora. Quisieran que las leyes de Dios se adecúen a la “modernidad”. Como si la “modernidad” hubiera tomado por sorpresa a Dios. Como si no hubiera contado con ello. ¡Qué pretensión!
Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Esto quiere decir que Su Palabra es siempre la misma: ayer, hoy, mañana y siempre. No por capricho, sino porque es perfecta. Pasarán el cielo y la tierra antes que se cambie una palabra o una tilde a Su Ley.
Lo primero en lo que reparamos es en que el Señor ha venido a cumplir una Misión. Él por algo está aquí entre nosotros. Ha venido obedeciendo a Dios Padre, para cumplir Su Voluntad. Esto lo iremos descubriendo, según lo vamos conociendo. Cabría preguntarnos: ¿quiere decir que Él de buena gana no hubiera venido?
Claro, se entiende que si ha venido cumpliendo la Voluntad del Padre, esta no tendría por qué necesariamente ser también Su Voluntad. Parece natural este proceder entre nosotros. Incluso podríamos llegar a pensar que viene forzado y de mala gana, a hacer algo que le han impuesto.
Pero, ocurre que no es así en las cosas de Dios. Es que para tratar de comprender esta lógica Divina, tenemos que desprendernos de nuestro modo humano, mundano de ver las cosas. Es algo que cuesta, pero que vamos aprendiendo y a lo que nos vamos acostumbrando según vamos conociendo al Señor.
Si dejamos nuestros prejuicios, nuestras reacciones humanas aprendidas en el mundo, que responde a un modo de ver muy limitado de las cosas y nos esforzamos en ver todo desde la óptica de Dios, nos estaremos aproximando a la Verdad, que es lo que Dios quiere para nosotros.
Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.
Texto del evangelio Lc 5,17-26
17. «No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. 18. Sí, les aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. 19. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. 20. «Porque les digo que, si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. 21. «Han oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. 22. Pues yo les digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano «imbécil», será reo ante el Sanedrín; y el que le llame «renegado», será reo de la gehenna de fuego. 23. Si, pues, al presentar tú ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, 24. deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. 25. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
Reflexión: Lc 5,17-26
Lucas 5,17-26 – vete primero a reconciliarte con tu hermano
En la vida cotidiana, nos cuesta mucho comprender aquello de consolar, antes que ser consolado, comprender antes que ser comprendido, perdonar antes que ser perdonado, amar antes que ser amado. Por lo general siempre nos ponemos en primer lugar.
Queremos que los otros muestren gratitud, cortesía, bondad, amabilidad, alegría y cariño. Pero ¿qué hay de nosotros? Somos pasivos, cómodos. Queremos que los demás den el primer paso. En el fondo, somos soberbios. No queremos humillarnos ante nadie y menos ante quien para nosotros no tiene la razón.
No nos damos cuenta que si obramos de este modo, no hacemos nada extraordinario. Todo el mundo obra del mismo modo. Pero a nosotros el Señor nos pide dar un paso más; caminar la milla adicional. Saludar a los que no conocemos, e incluso a nuestros enemigos, orando por ellos.
Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.