vivir como vivió él
«En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él.»
I Juan 2, 5b-6
No pocas veces nos decimos cristianos o nos confesamos como tales porque somos “buenas personas”. Es decir, creemos no cometer faltas graves: no robamos, no tenemos vicios, tratamos de ir a Misa todos los domingos y fiestas de guardar. Somos personas «normales» ¿Qué más se puede pedir?
La cita de hoy nos invita a reflexionar en lo que es necesario para considerarnos verdaderos cristianos. La afirmación de San Juan termina con cualquier controversia al respecto. Se trata de “vivir como vivió él”, lo que además de no admitir elucubraciones nos confronta con una tarea obligatoria: conocerlo.

¿Cómo vivió él?
¿Cómo podemos conocerlo? En verdad hay dos maneras: leyendo Su Palabra, que habrá de modelarnos y por Su propia Gracia y Voluntad, la que no debemos dejar de pedir en nuestras oraciones.
¿Dónde encontramos Su Palabra? En la Biblia y de modo más sintético y resumido en los 4 evangelios. Es obligación nuestra leerlos cada día. ¿Cómo hacerlo? ¿En qué orden? Muy sencillo. La Iglesia elabora un Calendario Litúrgico cada año, en el que propone por lo menos tres lecturas para cada día.
Calendario Litúrgico
De este modo, siguiendo el Calendario Litúrgico, a la vuelta de tres años habrás leído los principales textos seleccionados por la Iglesia. Al final conocerás mejor a Jesucristo, te habrás familiarizado con las Escrituras y habrás emprendido el camino de conversión cristiana que te llevará a “vivir como vivió él”, cumpliendo con este mandato.
Algo más que debes tener en cuenta, que resulta sobrecogedor, una vez que lo comprendes, es que cada una de las lecturas del día tomadas del Calendario está siendo leída y reflexionada por millones de cristianos durante ese mismo día en sus hogares y en cada una de las Misas que se celebra en el mundo entero. ¡Somos un solo cuerpo, que tiene por cabeza a Jesucristo!
Lectio Divina
Seguidamente podrías preguntarte, ¿hay que seguir algún procedimiento? ¿alguna metodología? Lo primero que debes procurar es un buen ambiente que te permita concentrarte y orar; porque eso es lo que harás cuando empieces a leer la Palabra de Dios. Tienes que acercarte a ella con mucho respeto, esperanza y confianza.
Luego, antes de empezar la lectura debes de hacer una oración de invocación al Espíritu Santo, para que sea su luz la que te ilumine. Ponte en sus manos. Lee pausadamente fijándote en el lugar, los personajes, lo que sucede. Pregúntate qué te dice a ti el Señor y qué le respondes. Finaliza con un propósito para el día, encarnada tal vez en una palabra o una frase que te habrá de servir de motor, de inspiración. Recuerda: se trata de vivir como vivió Él.
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