pasarán el cielo y la tierra
“En verdad les digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.”
Miércoles de la 3ra semana de Cuaresma | 23 de marzo del 2022 | Por Miguel Damiani
Lecturas de la Fecha:
- Deuteronomio 4,1.5-9
- Salmo 147,12-13.15-16.19-20
- Mateo 5,17-19
Reflexión sobre las lecturas
pasarán el cielo y la tierra
La ley de Dios es inmutable. Es perfecta, por eso no cambia. Es demasiado soberbia pensar que Dios tendría que adaptarse. Que tendríamos que adecuar sus mandatos a nuestros tiempos. Es un disparate. Una completa tontería. Sin embargo, hay quienes piensan así.
Tal vez no lo dicen de este modo, pero abandonan la Iglesia porque es muy conservadora. Quisieran que las leyes de Dios se adecúen a la “modernidad”. Como si la “modernidad” hubiera tomado por sorpresa a Dios. Como si no hubiera contado con ello. ¡Qué pretensión!
Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Esto quiere decir que Su Palabra es siempre la misma: ayer, hoy, mañana y siempre. No por capricho, sino porque es perfecta. Pasarán el cielo y la tierra antes que se cambie una palabra o una tilde a Su Ley.
No he venido a abolir la ley
El Señor lo expresa claramente cuando dice no he venido a abolir la ley, sino por el contrario a darle plenitud. El único que puede llegar a la plenitud en cualquier sentido es Él. Solo el Hijo de Dios puede completar la tarea encomendada por el Padre. Y, así lo hará.
La Palabra de Dios no deja lugar a duda. Es más clara que el agua cristalina. El que no entiende es porque no quiere. Seguramente tiene una idea diversa y por eso quiere interpretar sus leyes de otro modo. Para que encajen con su pensamiento.
Sucede que las cosas no tienen que ser como nos gustaría, sino Dios Padre ha dispuesto. Él lo ha creado todo según su sabiduría. Todo está sujeto a las leyes que Él ha dispuesto y que hacen posible la existencia de todo lo creado y el propósito para el cual cada cosa fue creada.
Primero pasarán el cielo y la tierra
Pretender desconocer estas leyes o reformarlas, es un disparate. Lo que nos corresponde es obedecerlas. En el mejor de los casos, haciendo uso de nuestra inteligencia, libertad y voluntad, tratar de entenderlas y razonablemente, adaptarnos o adecuarnos.
Nuestra realización como personas o, para utilizar las mismas palabras que Jesús, nuestra plenitud estriba en adaptarnos, amoldarnos o configurarnos por completo a estas leyes. Esto es lo mejor que podemos hacer, dado que pasarán el cielo y la tierra antes que se cambie una letra o tilde de la ley.
Ojalá todo cristiano tuviera esta convicción. No es posible alcanzarla amparados en nosotros mismos. Es preciso pedir y esperar la intervención Divina. Para eso requerimos humildad y oración. Mucha oración. Se dice que la oración es la debilidad de Dios.
Oración
Padre amado, ¡perdónanos! ¡Contra Ti hemos pecado! Siendo pobres creaturas, poco más que minúsculos insectos en el Cosmos, nos hemos envanecido, creyéndonos dioses, echando por la borda nuestra inigualable condición de hijos de Dios, la condición más preciada de cuanta creatura existe, que nos da el suficiente protagonismo en la historia y la dignidad más elevada después de Dios. Hemos pecado nuevamente tentados por el Príncipe de este mundo. ¡Perdónanos! Verdaderamente arrepentidos volvemos los ojos a Ti, no nos desampares Padre Santo. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos…Amén.
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